La Tragedia de los Judíos Expulsados
- Jefferson Linconn
- 25 de nov. de 2019
- 2 min de leitura

La tragedia de los judíos expulsados por los Reyes Católicos, ¿cómo acabaron los sefardíes en América?
El Congreso de los Diputados aprobó en 2015 una ley para conceder la nacionalidad española a los sefardíes, los descendientes de los judíos hispano-portugueses que vivieron en la Península ibérica hasta 1492. Sin embargo, no ha sido hasta cuatro años después cuando el Ministerio de Justicia y el Consejo General del Notariado españoles ha terminado la recepción de solicitudes de nacionalidad, hasta 149.822 solicitudes, 72.000 solo en el último mes, la mayoría de Hispanoamérica. Alrededor de 20.000 llegaron de México, 15.000 de Venezuela y 10.000 de Colombia.
Pero, ¿cómo acabaron todos estos judíos españoles dispersos por el mundo? La odisea vivida por este grupo de españoles arrastró a mujeres, hombres y niños a lugares donde fueron esclavizados, perseguidos y, en algunos casos, expulsados de nuevo a otros territorios.
Las consecuencias de un éxodo moderno
La expulsión de los judíos de España fue firmada por los Reyes Católicos el 31 de marzo de 1492 en Granada. Lejos de las críticas que siglos después ha recibido en la historiografía extranjera, la cruel decisión fue vista como un síntoma de modernidad y atrajo las felicitaciones de media Europa. Incluso la Universidad de la Sorbona de París transmitió a los Reyes Católicos su satisfacción por una medida de aquella índole. La mayoría de los afectados por el edicto eran, de hecho, descendientes de los expulsados siglos antes en Francia e Inglaterra. Salvo en España, los grandes reinos europeos habían acometido varias ráfagas de deportaciones desde el siglo XII. Así, el Rey Felipe Augusto de Francia ordenó la confiscación de bienes y la expulsión de la población hebrea de su reino en 1182. Una medida que en el siglo XIV fue imitada otras cuatro veces (1306, 1321, 1322 y 1394) por distintos monarcas galos. No en vano, la primera expulsión masiva la dictó Eduardo I de Inglaterra en 1290.
El edicto español de 1492 establecía que los judíos tenían un plazo de cuatro meses para abandonar el país. Les estaba permitido llevarse bienes muebles, pero les prohibía sacar oro, plata, monedas, armas y caballos, lo cual complicaba mucho que los judíos españoles pudieran iniciar nuevos negocios en otros territorios. El elevado volumen de refugiados tampoco ayudaba a que alguien quisiera recibirlo con los brazos abiertos.
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